El tema elegido para esta XX Jornada de los Misioneros Mártires es “Amar hasta el final”, que“no pretende ser un final feliz forzado que anula la dureza de la violencia y la tragedia de una vida troncada drásticamente, sino que simplemente muestra los últimos momentos de aquellos que, como el Maestro, dan la vida perdonando a sus perseguidores”, escribe Don Gianni Cesena, Director Nacional de las Obras Pontificias Misionarias-Missio, al presentar el subsidio para la animación. “Es por eso que cada martirio, desde los días de San Esteban en adelante, debería volver a leerse desde la perspectiva del martirio de Jesús, testimonio y revelador de un Dios Padre que ama y perdona.
Jesús nos revela el dolor del Padre, que no es un vago sentimiento de dolor por el pecado de los hijos o de compasión por sus sufrimientos, sino que es su forma de ser misericordioso y fiel. En la cruz, Jesús reafirma que el plan del Padre es la unidad de la familia humana, que experimenta el compartir y vive la reconciliación como único gesto capaz de generar paz y justicia y de reunir a su alrededor a todos los pueblos. Es por eso que los misioneros son perseguidos ??y asesinados, porque son portadores de un evangelio que continúa hoy y siempre, a revertir la lógica de los seres humanos basada en el egoísmo y la injusticia”.Entre las indicaciones para la celebración de la Jornada, el Movimiento Juvenil Misionero invita a las comunidades parroquiales y de vida consagrada, a los seminarios y noviciados, a realizar la Vigilia con el Vía Crucis, la Adoración eucarística, la celebración ecuménica preparado para esta circunstancia, también en los días anteriores y posteriores al 24 de marzo; a crear en la iglesia “un rincón del martirio” utilizando una cruz, una tela roja y los nombres de los misioneros y misioneras asesinados durante el año; a informarse si en su propia diócesis hubo misioneros asesinados en el pasado y dar a conocer su testimonio; a hacer un gesto de reconciliación con los miembros de otras confesiones religiosas.
Las familias pueden hacer un gesto de reconciliación entre marido y mujer, entre padres e hijos, entre hermanos y hermanas, entre miembros de la misma familia; pueden invitar a cenar a un hermano o una hermana de otra nación; orar todos juntos por los misioneros asesinados. Las personas enfermas pueden ofrecer su sufrimiento en memoria de los misioneros y misioneras asesinados, para sostener la labor apostólica de los que trabajan en todos los rincones de la tierra, para pedir al Señor el don de numerosas vocaciones misioneras. Los jóvenes están invitados a donar su propia sangre, a visitar a aquellos que están solos y oprimidos por el sufrimiento (en el hospital, en un asilo de ancianos, en la cárcel, las personas enfermas o de edad avanzada que viven solas en casa), a vivir y promover la Jornada en su propia parroquia y diócesis. El Proyecto de Solidaridad que se quiere llevar a cabo este año con las donaciones recogidas de la adhesión a la Jornada de Oración y Ayuno por los Misioneros Mártires, está dirigido a las personas que habitan en las zonas de montaña de Papúa Nueva Guinea, a una altura que alcanzan hasta los 4.000 metros. En esta zona, muchas madres y sus hijos se ven afectados por el VIH/SIDA y mueren a centenares sin ninguna ayuda, de hecho, Papua Nueva Guinea es uno de los países del Pacífico con el mayor número de personas VIH-positivas. El año pasado se construyó el primer centro para el análisis y el tratamiento, en el valle, pero se necesitarían al menos otros cinco más en las montañas, donde se necesitan días de viaje a pie para llegar a los diferentes pueblos dispersos en los vastos bosques o altiplanos. (S.L.) (Agencia Fides 21/3/2012)
Jesús nos revela el dolor del Padre, que no es un vago sentimiento de dolor por el pecado de los hijos o de compasión por sus sufrimientos, sino que es su forma de ser misericordioso y fiel. En la cruz, Jesús reafirma que el plan del Padre es la unidad de la familia humana, que experimenta el compartir y vive la reconciliación como único gesto capaz de generar paz y justicia y de reunir a su alrededor a todos los pueblos. Es por eso que los misioneros son perseguidos ??y asesinados, porque son portadores de un evangelio que continúa hoy y siempre, a revertir la lógica de los seres humanos basada en el egoísmo y la injusticia”.Entre las indicaciones para la celebración de la Jornada, el Movimiento Juvenil Misionero invita a las comunidades parroquiales y de vida consagrada, a los seminarios y noviciados, a realizar la Vigilia con el Vía Crucis, la Adoración eucarística, la celebración ecuménica preparado para esta circunstancia, también en los días anteriores y posteriores al 24 de marzo; a crear en la iglesia “un rincón del martirio” utilizando una cruz, una tela roja y los nombres de los misioneros y misioneras asesinados durante el año; a informarse si en su propia diócesis hubo misioneros asesinados en el pasado y dar a conocer su testimonio; a hacer un gesto de reconciliación con los miembros de otras confesiones religiosas.
Las familias pueden hacer un gesto de reconciliación entre marido y mujer, entre padres e hijos, entre hermanos y hermanas, entre miembros de la misma familia; pueden invitar a cenar a un hermano o una hermana de otra nación; orar todos juntos por los misioneros asesinados. Las personas enfermas pueden ofrecer su sufrimiento en memoria de los misioneros y misioneras asesinados, para sostener la labor apostólica de los que trabajan en todos los rincones de la tierra, para pedir al Señor el don de numerosas vocaciones misioneras. Los jóvenes están invitados a donar su propia sangre, a visitar a aquellos que están solos y oprimidos por el sufrimiento (en el hospital, en un asilo de ancianos, en la cárcel, las personas enfermas o de edad avanzada que viven solas en casa), a vivir y promover la Jornada en su propia parroquia y diócesis. El Proyecto de Solidaridad que se quiere llevar a cabo este año con las donaciones recogidas de la adhesión a la Jornada de Oración y Ayuno por los Misioneros Mártires, está dirigido a las personas que habitan en las zonas de montaña de Papúa Nueva Guinea, a una altura que alcanzan hasta los 4.000 metros. En esta zona, muchas madres y sus hijos se ven afectados por el VIH/SIDA y mueren a centenares sin ninguna ayuda, de hecho, Papua Nueva Guinea es uno de los países del Pacífico con el mayor número de personas VIH-positivas. El año pasado se construyó el primer centro para el análisis y el tratamiento, en el valle, pero se necesitarían al menos otros cinco más en las montañas, donde se necesitan días de viaje a pie para llegar a los diferentes pueblos dispersos en los vastos bosques o altiplanos. (S.L.) (Agencia Fides 21/3/2012)
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