ROMA, domingo, 17 de julio de 2011 (ZENIT.org).- Existe un plan para expulsar a los cristianos de Irak y de Oriente Medio, denuncia Joseph Kassab, director ejecutivo de la Federación Caldea de Norteamérica.
Kassab ha hablado de la situación de los cristianos en Irak y de lo que hay que hacer para ayudarlos con el programa de televisión “Dios llora en la Tierra” de la Catholic Radio and Television Network, en colaboración con Ayuda a la Iglesia Necesitada.
--Como ya se sabe, los cristianos están abandonando Irak en gran número. ¿Cuál era la situación de los cristianos en Irak antes de la invasión de Estados Unidos y por qué?
--Kassab: El número de cristianos en Irak antes de la guerra del 2003 era de 1,2 millones. Ahora hay menos de 300.000 en Irak y la mayoría son desplazados internos que buscan seguridad en el norte de Irak, y otros 300.000 a 400.000 que buscan asilo como refugiados en los países vecinos como Jordania, Siria, Turquía, Líbano y Egipto, y algunos se encuentran varados en Europa. Una de las razones de esto es la despiadada violencia cometida contra esta gente. Las atrocidades son intolerables e increíbles. Se han convertido en “blanco fácil” por muchas razones, una de las más importantes: los cristianos no llevan armas. No tienen una milicia que les proteja. No tienen tribus que les ayuden. Y los cristianos iraquíes son conocidos por ser la élite, los más educados, los académicos y parte del mundo del pensamiento iraquí, y por eso han sido el blanco.
--Me gustaría aclarar algunas dudas, ¿cómo les fue a los cristianos bajo Saddam Hussein?
--Kassab: Vamos a explicarlo de este modo: durante Saddam había orden pero no había ley; ahora no hay ni ley ni orden. Así que se puede considerar que estaban mejor en aquella época porque había un poco de orden, en cierto sentido algo que los protegía, pero, al mismo tiempo, Saddam, durante la última década de su mandato, se volvió despiadado y un islamista y fue tras los cristianos de diversas formas. Envió a nuestros seminaristas a la guerra contra su voluntad; les obligó a llevar armas y a matar gente. Nacionalizó nuestras instituciones cristianas y prohibió que se llamara a los niños cristianos con nombres bíblicos. También obligó a los cristianos a que se afiliaran al partido Ba’ath – su partido – de lo contrario tenían que irse. Esta es la clase de cosas que ocurrían en aquella época, pero, en términos de seguridad, a los cristianos les iba mejor que hoy.
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