de flor en el desierto
Trazas los caminos, tus caminos, caminos, desde luego, del Señor. Él ha venido a tu corazón y a tu vida. Tú, persevera, no dudes y ten confianza.
Se agolparán muchos interrogantes, sobre todo con referencia a los propósitos de ayer, que no parecen cumplirse. El tiempo corre y las oportunidades pasan, dejando no sé qué sinsabor. Y los ambientes oprimen porque no dan, no permiten, todo lo que aguardábamos en las que juzgábamos horas mejores.
Se manifiesta en la historia y en la vida la desilusión y la crudeza del desengaño... Entonces -nosotros- caemos en el escepticismo demoledor o torcemos la dirección que llevábamos hasta ayer. Nos decimos: "esto ya no."
Sin embargo no es así como hemos de actuar ahora, ni nunca. La "hora" presente trae muchas sorpresas, porque estamos adormecidos en la dimensión espiritual, que es la decisiva y la primera. Si no podemos viajar, en estos días, a la Tebaida, tenemos un corazón tan grande que supera con creces a todas las soledades imaginarias o deseables. ¿Quieres partir? Viaja en tu interior realmente. El verdadero solitario lo es en sí mismo y nadie lo conoce como tal. El ermitaño no precisa graduación ni título alguno. Y tampoco el "mártir en el corazón", que el sacrificio y la ofrenda son para Dios y el Padre que ve en lo secreto lo acepta y lo recibe en verdad. Lo regala, lo da y lo recibe...
Aprecia este secreto y vive en su ámbito escondido. Nunca desfallezcas, que el Señor es el único que conoce tu corazón y tus obras... Y Él sabe cómo han de fructificar.
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