Del boletín de Solidaridad Internacional Trinitaria (julio-agosto 2010)
Laos es uno de los últimos Estados comunistas y como tal ha tenido problemas para encontrar su lugar en el mundo de hoy.
Después de seis siglos de tener una monarquía, Laos cayó ante las fuerzas comunistas en 1975.
El fin del imperio soviético dejó a Laos aislada. Desde la década de 1990 comenzó a relacionarse con la comunidad internacional. Sin embargo, a pesar de la reforma económica y una cierta liberalización, Laos solamente tiene un partido político legal: el Partido Popular Revolucionario. El gobierno mantiene un férreo control sobre la sociedad y regularmente pisotea los derechos religiosos, aunque la Constitución avale la libertad religiosa y prohiba la persecución.
Muchos cristianos afirman haber sido forzados a punta de pistola a renunciar a su fe. Otros han sido encarcelados sin juicio y confiscados sus bienes.
La última ola de persecución se inició a comienzos de este año en la localidad de Katin, aldea de Saraván. Hacia las 10 de la mañana del 10 de enero, funcionarios del centro de Distrito invadieron el servicio religioso de la mañana y a punta de pistola se llevaron a 48 cristianos que allí se encontraban, entre hombres, mujeres y niños, y les forzaron a entrar en un descampado a tres millas de sus hogares. Les confiscaron sus pertenencias personales y destruyeron seis de sus casas.
Meses después de la injusta agresión seguían todavía en dicho descampado, durmiendo en el suelo, sin refugio y con poca comida, según el International Christian Concern (ICC). Esta organización destacó que los cristianos se negaron a obedecer la orden de renunciar a su fe. A pesar de los esfuerzos realizados por organizaciones de defensa de los derechos humanos para proteger a las minorías religiosas en Laos y de la ONU que apoya el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, los funcionarios del gobierno laosiano siguen firmes en su violación de los derechos religiosos de los cristianos en Katin, Saraván. En Laos, un 65% de la población es budista, religión con la que simpatiza el estado comunista, y un 1'5%, cristiana, con unos 40.000 católicos. Las autoridades comunistas acusan a los cristianos de adherirse a creencias importadas que representan una amenaza para el sistema político. (De Gospel-E-Mails, Iglesia en Marcha y COPE.es/opinión). G.V.M.
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