dilluns, 21 de juny del 2010

Neoclericales

Especialmente publicado para Olgui (bloguera de Evangelizadoras de los Apóstoles) y mis hermanas americanas interesadas en los debates europeos sobre la integración del Islam.

de JOAN B. CULLA I CLARÀ - EL PAÍS 20/06/2010

Están en la memoria de todos las numerosas manifestaciones que, a lo largo del último lustro, se han celebrado por las calles de Madrid, con gran acopio de obispos, curas y monjas en defensa de la familia cristiana, contra la legalización del matrimonio homosexual, contra la ampliación de la ley del aborto, etcétera. Interpretadas por la opinión progresista como lo que eran -intentos de imponer en la esfera pública y civil los dogmas y los preceptos de un credo religioso concreto-, tales manifestaciones merecieron el rechazo y hasta el escarnio de aquella opinión, y no han disuadido al Gobierno de Rodríguez Zapatero ni al partido que lo sustenta de seguir avanzando por la senda de la aconfesionalidad y la laicidad de las instituciones y los espacios que son de todos.

Sin embargo, esta loable firmeza, esta claridad de ideas frente a las presiones y las resistencias del nacional-catolicismo se transforman, a menudo, en debilidad, desconcierto y cobardía cuando el que presiona es el fundamentalismo musulmán. Me refiero, como es obvio, al mal llamado debate sobre el burka, que, en realidad, es sobre el niqab, la modalidad de velo integral cuya presencia empieza a detectarse en nuestras calles.

Justamente, el todavía pequeño número de portadoras de dicha indumentaria ha impulsado a algunos discípulos del doctor Pangloss a sostener que se trata de un falso problema, de una anécdota irrelevante. A mi juicio no es anécdota, sino categoría o, mejor aún, un test crucial sobre cómo vamos a afrontar la convivencia con una religión totalizante -como lo era aquí el catolicismo hasta hace seis o siete décadas- llamada islam. Porque no vale equivocarse: lo que subyace a la polémica sobre el uso del niqab es la cuestión del encapsulamiento social, la posibilidad de que grupos familiares enteros vivan en Lleida, Salt o Barcelona como si permanecieran en una aldea del Atlas marroquí; esto es, impermeables a los valores democráticos, tratando a la mujer como a una menor de edad perpetua, tomando un código religioso (la sharia) como si fuese la ley civil... pero, eso sí, aprovechando al mismo tiempo las prestaciones de nuestro sistema de protección social. Como ese ciudadano francés, Lies Hebbadj, con cuatro esposas cubiertas por el niqab y 17 hijos, que vive estupendamente en Nantes gracias a los subsidios devengados por tan prolífica natalidad.

Si todavía rige el axioma ilustrado según el cual el ius solis debe prevalecer sobre el ius sanguinis, entonces los musulmanes devotos establecidos en Cataluña pueden, en privado, hacer lo que les plaza, como todo el mundo; pero, en el espacio público, tienen la obligación de respetar las normas de convivencia democrática que aquí nos hemos dado, en cuyo marco no tiene cabida esa especie de tumba ambulante femenina que es el niqab. Sin embargo, e incomprensiblemente, buena parte de la opinión publicada progresista considera la extensión del debate en el ámbito municipal como una explosión de intolerancia ("Espiral contra el burka", "Cruzada contra el burka", "Presión populista", se lee en los titulares), mientras que el vértice del PSC -no así sus alcaldes- rehúye la cuestión e Iniciativa -a saber si en su condición de roja, de verde o de violeta- se erige en el gran baluarte antiprohibicionista.

Una vez más, la viñeta de El Roto dio en el clavo el pasado día 10: "Ahora que habíamos conseguido liberarnos de los curas con sotana -exclamaba una mujer-, nos llegan los imanes con chilaba". La diferencia es que, mientras que frente a los curas el bloque de las fuerzas de progreso era nítido y firme, ante las prescripciones y amenazas de los imanes fundamentalistas rompe aquel bloque una seudoizquierda papanatas y multiculturalista -valga la redundancia- que trata de acomplejarnos con la peregrina tesis de que prohibir el niqab es caer en la xenofobia y la islamofobia. Entonces, ¿legalizar el aborto es cristianófobo?

divendres, 4 de juny del 2010

Retroceded, canallas



Retroceded, canallas
de Dolores Aleixandre Alandar via Redes Cristianas


Qué oportuna la cita encontrada en “La ventana indiscreta”, el blog de Federico de Carlos: “Pertenecer a la Iglesia lleva consigo aceptar la compañía de canallas, de gente belicosa, de farsantes, pederastas, asesinos, adúlteros, e hipócritas de todo tipo. Ahora bien, en la Iglesia también estás siempre acompañado por los santos, y en ella te identificas con las personas más sublimes: gente llena de un espíritu heroico y de un alma tan bella como única. La Iglesia sigue mostrando la misma imagen que nos ofreció ya desde el comienzo: en la crucifixión, Dios colgado entre delincuentes”. (R. Rolheiser, The Holy Longing)
Como del sector canallesco ya tenemos el cupo suficientemente cubierto, insisto en el otro con este fragmento de una carta de un Hermano de Jesús (de C.de Foucauld) que, después de mucho tiempo dedicado a tareas de gobierno (antes había sido barrendero), se reincorpora a la vida laboral limpiando un supermercado.


«Somos tres hombres en el equipo de mantenimiento y empezamos muy temprano, antes de la llegada de los clientes. El ambiente es simpático, me he sentido acogido en seguida y ahora formo ya parte del paisaje. Me admira la paciencia de mi jefe, su preocupación por enseñarme los trucos del trabajo y de cómo hacerlo sin dañarse la espalda; tiene que aguantar mi lentitud y mi perfeccionismo en un trabajo que hay que hacer muy deprisa. Estoy contento de reencontrar las cosas simples que hacen la vida agradable: recordar un nombre, intercambiar una broma, saludar al que llega nuevo.
Los contactos con los clientes son pocos pero para mí llenos de sentido, como pequeños mensajes en mi buzón de entrada. Algunos ejemplos:
– Mientras recogía la basura del parking, una señora se me acerca y me dice: “Tenga mucho ánimo: mi hijo hace el mismo trabajo que usted y hace falta valor para dedicarse a esto”. Gracias “petite mère”, quizá habías soñado un trabajo mejor para tu hijo, pero tu corazón de madre ha sabido guardar la capacidad de valorarlo. Y gracias por hacerla extensiva a todos sus colegas.
– Viéndome levantar la enorme tapadera de un cubo de basura, un niño se me acerca: « ¡Ghuauuu! ¿Cómo lo consigues? ». Bravo, chaval: tu mirada de niño es capaz de ver lo extraordinario en algo tan corriente.
“¿Está usted rezando?” me dice sonriendo una señora que me ve de rodillas limpiando el borde de un escalón. ¿Me lo recuerda o me está invitando a hacerlo?
Cerca de la entrada del súper suelen rondar personas que viven en la calle y duermen por ahí a veces. A uno de ellos, muy conocido, todo el mundo le llama Jesús, quizá porque su hermosa mirada triste, sus ojos y su barba hacen pensar en él. Ahora que nos conocemos le llamo por su nombre e intercambiamos siempre algunas palabras cuando paso cerca de él. Una tarde, cuando ya me iba, me llama: “¡Oye!, Gracias por el respeto…” Palabra de Jesús.
“Ante todo, lo humano” leo en un cartel de propaganda de un partido político. ¿Por qué tener miedo de la expresión? Nadie más humano que Dios después de la venida de un tal Jesús de Nazaret, y nadie nos habla mejor de Dios después de que un cierto humano Adan-Eva fuera creado a su imagen…
“¿Para qué sirve lo que haces? Con tu experiencia podrías hacer cosas más útiles”, me dicen algunos amigos. De entrada, lo que me sale contestar es que me gusta esto y que me siento bien aquí. He pillado esto al vuelo en una homilía: En Caná, el maestresala no sabía de dónde venía el buen vino mientras que “los sirvientes sí lo sabían, porque habían sacado el agua” (Jn 2,9): estar situado en el revés del milagro, allí donde Dios necesita mi colaboración y mi deslumbramiento.
“El Señor no desprecia la súplica del huérfano ni de la viuda cuando ella expone su queja. ¿Acaso no corren por su mejilla las lágrimas de la viuda?” (Si 35,15). ¿La mejilla de quién ? ¿De la viuda, del Señor o de quien se acerca a la vez a la viuda y al Señor para compartir sus penas? Desde hace unos días, cuando salgo a trabajar un poco antes de las seis de la mañana, escucho el canto de un mirlo, invisible y presente. La vida está llena de regalos”.
Con tipos así en la Iglesia ¿cómo no van a retroceder pálidos de envidia y rojos de vergüenza todos esos canallas que andan sueltos por ahí?
Quan he llegit aquest text he imnaginat que podria ser l'altra versió, la nostra, la cristiana, d'aquella cançó tan coneguda: "si yo tuviera una escoba..., cuántas cosas barrería"